La historia que os vamos a contar es una de tantas historias que os podríamos narrar de nuestros clientes. Esta historia la podría protagonizar cualquiera de nosotros. Tan sólo necesitaríamos un par de tropiezos y algo de mala suerte. Esta es la historia de buenas personas, acorraladas por malas instituciones con el único fin de ganar dinero cueste lo que cueste. Esta es la historia de alguien de quien nos sentimos agradecidos por atreverse a dar la cara y demostrar que se puede luchar contra los fuertes, que se puede luchar contra los bancos. Como bien dijo Jesús Bernardo Galán, CEO y Cofundador de Cerciora «Estoy muy agradecido con mi cliente por ofrecerse a realizar este vídeo contando su historia. Escuchar su testimonio me emociona y motiva a seguir aún con más fuerza. GRACIAS DANIEL!!». Y es que son testimonios como los de Daniel lo que nos hace seguir adelante con más fuerza. Gracias, gracias y mil gracias Daniel por tu valentía. De parte de todo el equipo de Cerciora.
Daniel llegó a España a finales de los 90, procedente de Francia, con las maletas cargadas de sueños y proyectos futuros. En la aventura le acompañaban su esposa, músico como él, y sus 2 hijas. Si alguien quiere saber de su arte y maestría, tan sólo tiene que darse una vuelta por su canal de Youtube.
Según comenta Daniel «Estábamos creando toda una forma de vida, un nuevo proyecto de música (tanto mi mujer como yo somos músicos). Y al estar aquí, en un país nuevo con 2 niñas pequeñas, las dificultades surgen fácilmente. Así es como vimos que existía un tipo de tarjeta que uno podía utilizar para cosas urgentes, de diario y que, a pesar de no disponer de un salario normal, se podía conseguir con facilidad. Fue una especie de «salvación» para conseguir dinero para el día a día».
Aquí comenzaba el primer gran error de Daniel, al no prestar la debida atención en lo que estás firmando, en no leer o entender la «letra pequeña», donde se esconden los «trucos» de este tipo de bancos. Concretamente, y quédense con el término, en la acumulación de deuda.
«No leímos bien los contratos. – comenta Daniel – Cuando uno lee, lee por encima y, por culpa de eso, me metí en algo que realmente no sabía como controlar tiempo después. Os pido que cuando hagáis un tipo de contrato así, lo hagáis revisar por alguna empresa como Cerciora, que entienda de esto porque uno puede firmar cosas que realmente pueden arruinarle la vida y ese fue nuestro caso».
Y así fue. de la noche a la mañana, Daniel cayó en la «trampa» de los préstamos de Wizink. Al principio no fue consciente. Las cuotas se pagaban en fecha y todo parecía ir bien. La familia de Daniel iba tirando de tarjeta cada vez que tenían una necesidad, acumulando, poco a poco, una deuda que llegó a se de unos 10.000 euros, cifra máxima en el tipo de contrato que firmó con Wizink. Y es entonces cuando se puso en marcha la «artimaña» de la entidad financiera. Era hora de sacar al conejo de la chistera. Me explico. Una vez llegados al tope del crédito, las dificultades para poder pagar las cuotas hacen acto de presencia. Con una especie de «truco de magia», Wizink llenó de intereses el crédito de la familia de Daniel, incrementando su deuda hasta más de 40.000 euros, cifra que continuaba en ascenso pese a que se pagaban las correspondientes cuotas mensuales, engordadas, ahora si, con unos intereses abusivos que habían surgido de la nada. Ta chán!!!
«Nosotros sí que pagábamos las cuotas. Nunca hemos dejado de pagar. Ya, de hecho, Cerciora nos aconsejó que, hasta que ellos no nos dijeran, siempre pagáramos la deuda. Es decir, no nos pueden llamar de malos pagadores, pero era imposible salir de esa deuda».
Había comenzado su pesadilla, algo imposible de controlar y que iba a durar cerca de 20 años, donde estuvieron amarrados a una deuda que eran incapaces de lograr reducir pese a que, y repetiré hasta la saciedad, las cuotas se iban pagando religiosamente.
A todo esto había que sumar una persecución telefónica que podríamos tildar de inhumana. Daniel describe ese época como «estar detrás de uno de forma agobiante. Imaginaos en un día 20, 25 llamadas de diferentes personas, con las cuales uno no podía dialogar porque en cuanto explicaba algo volvían a llamar a los 5 minutos, a los 10 minutos, a la media hora y eso no se acababa nunca. Es decir, era una persecución absoluta y total».
Y cuando no podía ir peor…. llegó el Covid
Y es que dicen que las desgracias no vienen solas. En marzo de 2020 el Gobierno decreta el estado de alarma para hacer frente a la expansión del coronavirus COVID-19 en todo el territorio español. Daniel y su esposa se contagiaron. El que tuvo peor suerte fue el mismo Daniel, que estuvo 3 meses ingresado en el hospital. De esos 3 meses, las 2/3 partes del tiempo estuvo inducido al coma, al darse un fallo multifuncional en varios de sus órganos. Si a día de hoy Daniel puede contar su historia podría decirse que es gracias a un milagro, ya que su vida corrió peligro infinidad de veces. De hecho, estuvo preparado para «partir al más allá» unas cuantas veces. Pero eso no ocurrió, gracias a Dios… o, tal vez, y pongamos un poco de ironía al asunto, a las insistentes llamadas por parte de Wizink para que abonara la deuda «ilegal». Y es que, como bien descubrí el día de la entrevista, Daniel es hombre de palabra, y no les iba a dejar de contestar.
Daniel, como la mayoría de españoles a causa del confinamiento, dejó de tener ingresos. Y esto sólo trajo más problemas, ya que la deuda creció de forma desmesurada con Wizink, quien no tuvo reparos en «probar suerte» con los hijos de Daniel en el acoso telefónico, ya que el padre se encontraba en coma inducido.
«Y, fijaros. – aclara Daniel – Mi banco personal me concedió una moratoria de 12 meses, que era lo legal en España, donde se dio la posibilidad de suspender la hipoteca que teníamos durante un año sólo pagando los intereses, al estar pasando por algo muy excepcional, el COVID. Wizink no tuvo ninguna compasión. Estuvieron persiguiendo a nuestros hijos como si no hubiera un mañana, porque en los meses que yo estuve en el hospital no habíamos podido pagar. Y eso era, ya no inhumano, era un paso más».
«Lo único que les interesaba es que estuviéramos pagando lo que debíamos de esa tarjeta. Y eso me pareció de una inhumanidad increíble. Hasta el final se han portado muy mal. Han sido gente no solamente deshonesta, sino mala gente».
Y cuando parecía que no había solución… llegó Cerciora
Tras 20 años de sufrimiento, Daniel se topa con una publicidad de Cerciora en el metro de Valencia. Y es entonces cuando, sin saberlo, llegaba la solución a todos sus males. Como bien explica Daniel «Encontramos en Cerciora un amigo que nos aconsejó, nos guió en cómo poder terminar con ese problema. Gracias a Cerciora se pudo hacer un juicio donde conseguimos anular toda la deuda».
Tras más de 20 años de acoso y sufrimiento, donde la deuda de Daniel con Wizink llegó a ser de más de 40.000 euros, en 2021 Cerciora consigue anular la deuda que le quedaba pendiente (7.851€) y devolverle 41.052€ al demostrar que existía usura en los intereses cobrados desde 2002 por parte de la entidad financiera.
«Agradecemos infinitamente a Cerciora porque nos ha cambiado la vida, nos ha permitido comenzar otra vez de cero. Con Cerciora fue posible enfrentarse a los bancos de una manera real, práctica. Evidentemente que yo no hubiera podido hacer nada solo pero animo a aquellas personas que tengan problemas de deudas con bancos que carecen de piedad que se dirijan a profesionales como Cerciora que lo ha hecho, no de una forma excelente, sino más allá».
«La humanidad de Cerciora ha sido muy especial. Estamos muy agradecidos por acompañarnos en ello y por orientarnos en un problema que, para nosotros, no tenía solución. Se puede. Se puede, de verdad que se puede».
A continuación podéis ver el testimonio de Daniel Cavero sobre la pesadilla que tuvo que vivir durante más de 20 años con Wizink. Daniel no tuvo que pagar nada a Cerciora. La reclamación le salió totalmente gratis:
Tras más de 20 años de acoso y sufrimiento, donde la deuda de Daniel con Wizink llegó a ser de más de 40.000 euros, en 2021 Cerciora consigue anular la deuda que le quedaba pendiente (7.851€) y devolverle 41.052€ al demostrar que existía usura en los intereses cobrados desde 2002 por parte de la entidad financiera.
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